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lunes, 1 de octubre de 2012

La morenita de Barbados



Periplo catastrófico de Nuestra César. Entre Irán y la Cátedra alquilada.
La morenita de Barbados


escribe Osiris Alonso D’Amomio
director de Consultora Oximoron,
especial para JorgeAsísDigital
Nueva York (Especial)
Lo único que le salió bien, a la señora Cristina, Nuestra César, en el catastrófico periplo americano, fue la fotografía -cuidadosamente improvisada- con la niña morenita de Barbados.
Timerman se comportó como un excelente reportero gráfico. Tuvo su labor más encomiable.
El resto, como balance, fue conceptualmente otro fracaso.
La dama estuvo siempre soberbia. Incómoda. Con la tonalidad que la destacaba como una solvente imitadora de la señora Fátima.
Sin embargo Nuestra César se la ingenió para producir los discursos más auto-satisfactorios del año.
Mintió con ostensible desparpajo. Se atoró de contradicciones. Y terminó enredada, en el peor momento, con Irán.
Justo cuando Irán emerge como el único estado que apoya, aún, a Siria, su aliado principal. El país degradado que le sirvió, precisamente, de canal. Para aferrarse a Irán.
Y someterse, acaso, a la misma suerte. Junto con Venezuela (que tiene petróleo) y Bolivia (que le sobra gas). Y Ecuador, que le sobra descaro.
En patota con los peores del barrio, Nuestra César no contó con los mejores partenaires para arremeter contra Christine Lagarde. La titular del Fondo Monetario Internacional amagó, sin gran originalidad, con sacarnos una posible tarjeta roja. La reacción fue desaconsejable para quien quiere obstinarse en pertenecer al G 20. Es el grupo de países privilegiados que hoy se ocupa de garrón. Por las políticas implementadas cuando el país era creíble. Y que hoy, con el cinismo que contradice a su historia, Nuestra César degrada.
La morenita de Barbados“Sí Argentina tuviera 25 por ciento de inflación ya habría estallado” -dijo.
Conste que se puede estar en relativo desacuerdo con la sentencia.
Lo que sorprende, hasta la perplejidad, es que con un gobierno tan irresponsable, Argentina aún no haya estallado.

La rescatable coherencia

Con consolidar, en el plano interno, la indeseable imagen trucha, era suficiente.
Con las estadísticas truchas. La caravana de indicadores truchos. La tolerancia trucha. Como el diálogo con la prensa.
O la espontaneidad de la morenita de Barbados, que quiso besarla.
Pero Nuestra César desperdició el envoltorio académico comprado, para promover la fantasía del relato en el exterior.
Una manera de decir, porque, por suerte, casi no se la escuchó.
Sólo Unidos y Organizados hoy toma su liderazgo en serio.
El exterior representaba sólo el marco, para dirigirse al argentino.
No obstante, el gran cuento armado para giles, que enloda a las universidades de Georgetown y de Harvard, podía haberle servido para brindar, hacia adentro, algún mensaje alentador. Una señal. Un gesto destinado a generar algún brote de confianza, ya invariablemente extinguida.
La morenita de BarbadosDe todos modos, Nuestra César mantuvo la rescatable coherencia:
“Si tenemos que truchar, truchemos todo”.
Y se largó entonces, desordenadamente, a truchear. Todo.
El relato -que es cada vez más trucho- mantiene el final abierto.
En una atmósfera envolvente de declinación. Y con dos próximas fechas que incorporan cierta tensión narrativa al aburrimiento de la gestión oral, administrativamente paralizada.
“Hablo con millones de argentinos” -asegura.
Y aquí tiene también relativa razón.
A través de los monólogos por cadena nacional les habla a los millones de interlocutores imaginarios.
Los que, en cuanto comienza a articular, recurren al zapping.

El Gato académico

La morenita de BarbadosLa Argentina, para hablar en las universidades de Estados Unidos, debe pagar. Va de punto. Resignación y valor.
Con el cristinismo el país es, en definitiva, un Gato Académico. Por un rato de reconocimiento y placer, debe ponerse.
Pero cualquier estudiante informado, con un español defectuoso, la puede desubicar. Voltearla.
Y el exclusivo destinatario, el argentino medio que se indigna, tiene que convivir con la vergüenza de ver, a su máxima investidura, cuando miente.
Para colmo macanea muy mal. Sin convicción.
El periplo americano fue planificado, según nuestras fuentes, como el inicio de otra recuperación.
Para sobreponerse a las desgracias que depositaron a Nuestra César muy cerca de la lona.
Fueron iniciadas por su exclusivo error de Boudou, El Descuidista.
Es quien la colocó frente a la ciénaga. Y sucedida después por una serie de tropiezos, que la empujan, más hacia el fango.
Hasta desperdiciar, sin academicismos, aquel 54 por ciento. Un número que el Frente Encuestológico para la Victoria aún le mantiene. Mientras pague. Como en Harvard o Georgetown.
La morenita de BarbadosNuestra César planificaba demostrarle, al argentino, que se encontraba en condiciones de cederle consejos a la humanidad. Desde la carcasa de los Estados Unidos, donde se miente mucho más.
“¿O ustedes creen que en Estados Unidos hay 2 por ciento de inflación?”.
Truchemos colectivamente todo.
Venía en falsa escuadra. Al borde de la ciénaga. Con delicados problemas personales, familiares.
Con “la disyuntiva existencial” (cliquear) que la coloca en el cadalso de una situación límite.
Al borde de los dos años de la ausencia de quien construyó el poder que ella se encarga de dilapidar.
Tropieza, la pobre, al costado de la ciénaga, y por lo menos ya empieza a embarrarse.
Consciente que el alquiler de la cátedra derivó en otro desastroso retroceso.
Al cierre del despacho, mientras vuelve, Nuestra César mantiene fuertes fundamentos para estar con bronca. Para expulsar rabiosamente las llamadas malas palabras.
La morenita de BarbadosComo dista de ser tonta, sabe que en Georgetown hizo un papelón. Y que en Harvard se mostró antipática, altanera, hasta en sus macanas.
Queda, en la postal del mundo, ajustada peligrosamente al costado de Irán.
Debe sentirse estéticamente ridícula. Humillada. Sin el consuelo de ninguna morenita radiante de Barbados, que se arrime para besarla.
Osiris Alonso D’Amomiopara JorgeAsisDigital.com