martes, 27 de noviembre de 2012

Balazos bobos en el pie



Clarín, denuncias al vacío y desconcierto estratégico.
Balazos bobos en el pie

escribe Oberdán Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Violentas escenas de analfabetismo funcional.
La Guerra-Divorcio, que libran disparatadamente Los Roses, el Gobierno y el Grupo Clarín, penetró definitivamente en el territorio de la patología. Con imprevisibles escenas de analfabetismo funcional.
Denuncia tonta de Clarín, por incitación a la violencia colectiva. Alude a funcionarios lenguaraces, y -sobre todo- periodistas locuaces. Mantiene el significado del balazo bobo en el pie.
En el fondo Clarín se contagia de Nuestra César. Cuando ella se dispara sus respectivos balazos bobos en el Salón Blanco. O en cualquier tribuna, para castigar al juez Griesa y los buitreros. Para consumo interno moviliza y busca el aplauso cuando dice que nunca les va a pagar. Pero después Los Buitreros la embocan. Es peor, se emboca sola.
Como se embocó solo, con la tontería de la denuncia, el Grupo Clarín. Hasta incinerarse en la tribuna popular. De la barra propia.
Clarín y Nuestra César, en el esplendor de la mala praxis, se parecen. Demasiado.
Cada uno de los contendientes que se divorcia posibilita el avance del otro. A partir de sus balazos. Bobos.

Intensa fugacidad

Alarma que los eminentes doctores Sáenz Valiente y Wortman Jofre, prestigiosos abogados del Grupo Clarín, se entrometan en el incendio. A esta altura de sus competencias no pueden desconocer que la profesión de periodista es la más autorreferencial. Apasiona discutir, públicamente, aspectos relacionados con el ejercicio (libre) del periodismo.
Con frecuencia los periodistas sospechan, con consistentes fundamentos, que son meros intermediarios, de intensa fugacidad, entre los hechos, o los protagonistas, y la sociedad.
Pero de pronto se inflaman. Cuando comprueban que los protagonistas son ellos. Ocupan la centralidad. Adquieren gran relevancia personal y forman parte prioritaria de la agenda.
Sobre todo cuando acechan, otra vez, los necesarios cercenadores del autoritarismo. Los que se empecinan en “silenciarles la voz”. Los que obturan su “libertad de expresión”.
Entonces se eleva la problemática, hasta convertirla en motivo de máximo alboroto nacional.
Balazos bobos en el pieEl sujeto afectado deriva, por lo tanto, en admirable receptor de las adhesiones solidarias. Contra las fuerzas del oscurantismo del gobierno de turno, o, en este caso, de la empresa equivocada que traba, irremediablemente, la pluralidad.
Deriva en tema de debate sustancial. Brotan los dadores voluntarios de solidaridad. Estallan las solicitadas que condenan, saludablemente, a los que avasallan “la libertad de opinar”.
De haber contado con esta incorrecta evaluación cultural, los doctores Sáenz Valiente y Wortman Jofre jamás hubieran avalado profesionalmente la tontería de la denuncia. En representación del Grupo Clarín, que es quien se pega el balazo bobo.
Para pasar a ocupar el rol del victimario. Justamente cuando la pasaba tan plácidamente, hasta aquí, con el rol de víctima.
La tontería de la denuncia exhibe la magnitud del desconcierto estratégico del Grupo que nunca estuvo preparado para pelear.
Hasta 2008, por el peso de su presencia, el poder se le había facilitado de manera natural. Bastaba con un título de página impar para masacrar definitoriamente a quien fuera. Por la espantosa necesidad de los protagonistas relativamente culposos, de salir siempre bien aspectados, en las estampitas cotidianas de Clarín. O en sus sucursales audiovisuales.

La problemática sutil

Los notables abogados carecían de la obligación de conocer detalles de la problemática sutil del periodista.
Para alfabetizarlos funcionalmente en la cuestión, bastaba con consultarlo al Colorado Kirchbaum. A Horacio Pagani. O al Chiche Gelblung. Para desalentarlos de la torpeza de emitir un documento semejante. 35 páginas donde no existen diferencias conceptuales entre calidad de imputado o de testigo.
La judicialización de la política implica, de por sí, un retroceso. Uno de los más espantosos horrores del cristinismo.
La judicialización del debate muestra, en cambio, una actitud desesperada.
Balazos bobos en el piePero Héctor Magnetto, el construido Diablo Oficial, y en menor medida la dupla Aranda-Pagaliaro, tienen la obligación de conocer la problemática sutil. El abecé de la profesión que los catapultó casualmente como empresarios.
Desde que traicionaron filosóficamente a Rogelio Frigerio, El Tapir. Para expulsar -en alianza con la señora Ernestina, Marquitos y Joaquín-, a los desarrollistas.
Aquellos extraños bolcheviques -los desarrollistas- que pretendían civilizar el capitalismo.
Los desarrollistas fueron rajados a los efectos de superar el obstaculizador entramado ideológico. Y así estructurar, a partir de los ochenta, el crecimiento redituable a través de la selectiva información.
Un comercio expansivo que el kirchnerismo, en el primer tramo, supo disfrutar.
Pero durante el cristinismo, con una visión trágicamente optimista, se prefirió calificar al Grupo de “monopolio”. O con mayor desacierto aún, de corporación.
Cuando se trata, apenas, de eficaces almaceneros con iniciativas. Felices emprendedores que tuvieron el tino de apartarse del comercio minorista para explorar la explotación de los supermercados. Y extenderse, en adelante, con la fabricación específica de fideos, la crianza de pollos y la faena de envasar gaseosas.

Solidaridades

Por lo tanto, hasta el JorgeAsísDigital, que prefiere no tomarse nunca en serio los “problemas sutiles” del periodismo, se solidariza también con los periodistas afectados. Los que hoy se encuentran en el centro de la agenda. Entre la intensa fugacidad. Por la torpeza del Grupo Clarín que, en su desconcierto estratégico, se descerraja el balazo bobo en el pie. Como Cristina con Los Buitreros de Griesa.
Solidaridad con Roberto Cavallero, que a nuestro criterio debió insistir en el camino literario de las grandes biografías. Pero prefirió lícitamente especializarse en la vulgaridad ideológica del acontecer cotidiano.
Cavallero compuso con Larraqui el memorable libro sobre Rodolfo Galimberti.
Balazos bobos en el pieSolidaridad, también, con la señora Sandra Russo. Lanzada a la intensa fugacidad desde Página 12, el diarito que oportunamente perteneció al supermercado de Clarín. Antes de erigirse en la Secretaríade Estado de hoy. Y con alguna escala, Russo desembarcó en el vigente Ministerio de “6,7,8”. Y hasta a suscribir una biografía sobre Nuestra César. Menos relevante que la de Cavallero sobre Galimberti.
Vaya la solidaridad también hasta con el locutor que suele celebrar, entre los goles, a Kirchner, El Furia. Desde Fútbol Para Todos. Otro ministerio.
Oberdán Rocamora