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domingo, 4 de noviembre de 2012

Persas paquetes, persas bolches



Sólo estaban de acuerdo para atacar al régimen de los mollahs.
Persas paquetes, persas bolches


por Carolina Mantegariespecial para JorgeAsísDigital
Sin ambición, con métodos expresivamente rudimentarios, sin el arsenal tecnológico del doctor Nissman, el director del Portal, a su modo, indagó sobre el terrible atentado. Fue a través de lecturas, de entrevistas puntuales. Con algunos interlocutores -como dice- relativamente más confiables que otros.
Vaya parte del testimonio: “Conozco un poco de la problemática del Medio Oriente, lo suficiente como para ser invitado a algún coloquio. Asistí a uno sobre El Líbano. En Barcelona. Invitado por el Instituto de Estudios Estratégicos del Mediterráneo. Mi nombre figuraba en la lista de expositores justo debajo del representante del Hezbollah, organización presentada como un partido político. Mi preocupación inicial consistió en averiguar si andaba por ahí algún periodista argentino. Temía incendiarme por la incómoda compañía. Pero pasó. El representante del Hezbollah tenía buena formación, con una información tendenciosamente rigurosa. Durante el almuerzo, ya con todos distendidos, avancé frontalmente sobre la participación de su grupo -el Hezbollah- en el atentado contra la Amia.“¿De qué atentado?”.
Infortunadamente el libanés del Hezbollah no sabía de qué se trataba. Ni tenía, al respecto, la menor idea. Me extrañó”.
Persas paquetes, persas bolchesAlgo similar -cuenta Asís- le pasó en París. “Pude relacionarme con opositores al régimen iraní que, en el exilio, eran opositores entre sí”.
Con un amigo persa, Ali Magharini, que trabajaba en la Unesco. Autor de “Del palacio del Shah a la prisión de la revolución”. Me dijo lo mismo que hoy dice Gabriel Levinas: “Irán no tuvo nada que ver con ese atentado, son todos cuentos”.
Y también pasó con Farid, otro colaborador de Irán Focus. Era un opositor feroz del régimen de los clérigos, o mollahs. Tenía un cierto parecido físico con Dante Caputo. Me dijo lo mismo que Maraghini y Levinas.
Estaban los persas “paquetes” -continúa Asís-. Los más frecuentables porque disponían de las mujeres más refinadas y bellas. Venían por el lado del Shah. Los Reza Pahvlevi. “Evoco que, el que más prestancia tenía, era, como suele suceder, el más pobre”.
Y estaban los persas “zurditos”. Los antagónicos. Luminosos esclarecidos del Tudeh, el partido comunista iraní.
Persas paquetes, persas bolchesLos persas paquetes y los persas bolches -refiere Asís- se ponían de acuerdo sólo para pestificar contra el régimen de los ayatollahs, que los había expulsado. Tenían la sumatoria de sus barbaridades perfectamente catalogadas. Desde el atentado contra Chapour Baktiar, hasta la destrucción de determinado restaurante. Y cuando le permitían avanzar con su inquietante curiosidad, respecto al atentado de Buenos Aires, sólo podía encontrar desconocimiento. Perplejidad. Desconcierto. Y el que conocía algo del tema, no vacilaba en confirmar lo mismo que los persas, según nuestras fuentes, dicen hoy.
“Fueron los judíos. Lo hicieron ellos mismos”.
Se indagó, además, en la escritura. En libros enteramente dedicados a denostar al régimen fundamentalistas de los clérigos.
“Según la bibliografía consultada, la onda de atentar en el exterior se abandonó a mediados de la década del ochenta”.
En ningún texto crítico se encontró el menor reproche sobre el atentado en la Argentina, acaecido en 1994. El tema no existía, ni siquiera como rumor.
C.M.