martes, 23 de octubre de 2012

Muñecas sagradas de Ghana



El error de La Fragata consistió en zarpar de Buenos Aires.
Muñecas sagradas de Ghana


escribe Serenella Cottani,
Corresponsal Itinerante,
para JorgeAsísDigital
Accra (especial)
El último argentino que pasó por Accra no fue -como se consignó aquí- el canciller radical Dante Caputo, en los ochenta (ver“La Fragata y Los Buitreros” cliquear). Fue el vice canciller peronista Andrés Cisneros, en los noventa. Cuando llegó acompañado de Jorge Taiana, para instrumentar la retirada del Movimiento de Los No Alineados. Por entonces Argentina aspiraba a enredarse en el “primer mundo”. Abandonaba la fascinación popular de amontonarse con los emergentes eternos. Se equivocaba.
Después de Cisneros, veinte años después, por el patetismo de la Fragata embargada, llegaron los dos representantes de los ministerios que se llevan cordialmente a las patadas.
Alfredo Forti, de Defensa, el bajador de línea y materia gris de la comitiva. Y Eduardo Zuain, de Cancillería. De la Casa Casta. Un austero Ministro de Segunda elevado a fuerza de respaldo político. Sabe traficar con el mérito del respeto y la humildad. Lo impulsó el gobernador Zamora, de Santiago del Estero, discípulo superador del viejo Juárez. Pero radical.
En cambio Forti, con el empuje inagotable de algún columnista influyente, y con la potencia del pasado dolorosamente heroico, puede ser el escogido para suplir al ministro Puricelli, hoy sostenido por la piadosa energía de cuatro glóbulos rojos, y uno blanco. Hoy Puricelli se encuentra hostigado por un conjunto de inutilidades convergentes. Le bajaron, primero, al Inca Paz, Jefe de Estado Mayor de la Armada, que salió a bancar a dos subalternos de su humillada institución militar. Y hasta a la señora Lourdes Puente, titular de la Inteligencia Estratégica. Como si fueran los responsables por no haber evitado lo que nadie, en el fondo, estaba en condiciones de evitar.
Porque el error de La Fragata fue básico. De ningún modo consistió en amarrar en el puerto de Tema, Ghana. Y no en el de Lagos, Nigeria. Para el caso, en el fondo, era lo mismo. Ya que Los Buitreros de Paul Singer lo habían contratado al doctor Ancemah, titular del estudio de abogados, con bufetes armónicos en ambos países que aguardaban, como bancas, a los puntos. Con información exclusiva, proporcionada inocentemente en la página web.
El verdadero error de La Fragata consistió en haber zarpado desde el Puerto de Buenos Aires. A los efectos de lanzarse a recorrer los mares del mundo. En representación del país que supo cargar con la responsabilidad de una gloria ficticia, y que hoy, para qué negarlo, es un “País Paria” (cliquear). Que es litigado. Judicialmente hostigado, como si se tratara de un Estado Garca. Con marcada tendencia hacia el aislamiento moral. Una especie de Eje solitario del Mal. O simple moto-chorro de la política internacional.
Muñecas sagradas de GhanaA Forti y a Zuain los recibieron, en Accra, según nuestras fuentes, con indiferente cordialidad. Pero nunca pudieron lograr que sus interlocutores ghaneanos se alejaran argumentalmente de la estricta invulnerabilidad de la división de poderes. Del respeto -emblema de exportación- hacia los fallos judiciales. Sin “per saltums” que valga.
Incluso, algunos funcionarios les mostraron su contrariedad ante el fallo menor del juez de primera instancia. Trascendió cierto malestar del Presidente, al respecto.
Pero un mes antes de las elecciones presidenciales, a nadie se le ocurre, en Ghana, que puede llevarse por delante el fallo de un juez.
Aquí hay que adaptarse, sin otra alternativa, a la monotonía del sistema jurídico.

Dobles rehenes

Plantar la queja en las Naciones Unidas, como trasciende que va a hacerlo el canciller Héctor Timerman, por instrucción de Nuestra César, es una muestra desesperada de impotencia. Un infantilismo inútil.
De todos modos era mucho más torpe enviar al vicecanciller Zuain hacia Etiopía, donde se celebra la cumbre de la Unión Africana. Como se pensó.
“Jamás un estado integrante de la Unión Africana va a tirarse en contra de Ghana”, confirma la Garganta. O manifestarse, siquiera, críticamente.
Menos aún si se trata de la denuncia de un país ausente como la Argentina, que carece de estrategia política para el África.
La imaginación se agotó con el envío de la misión comercial demencialmente divertida, hacia Angola. Cuando se trató de entusiasmar a los angoleños con los calzoncillos baratos de La Salada. Y conmoverlos con el bailecito presidencial.
Cualquiera que conozca los pasillos de las Naciones Unidas sabe que es absolutamente imposible litigar con los africanos. Sobre todo con Ghana, que pretende exportar al mundo la transparencia de sus instituciones. En especial, la Justicia.
Muñecas sagradas de GhanaPero lo importante, para la Argentina actual, es producir títulos de portada. Adoptar estremecedoras formulaciones. Aunque debiera aceptarse que el país merece, por las ambiciones inoportunas de su historia, un poco más de envergadura intelectual. La densa carnadura de la credibilidad. Y no dar, generosamente, tanta lástima.
Final triste del periplo. Atmósfera de fracaso rotundo.
Pero la decisión de sacar de aquí, a los marinos de La Fragata, es explicablemente sensata. Aunque nunca debieron haber zarpado.
Es, sobre todo, un alivio. Cada vez que algunos de los 300 muchachos salen a dar una vuelta por Accra, un ostensible enjambre de espiones se mueve a su alrededor.
Son James Bonds de utilería. “Pieles de carbón” que se despliegan en bermudas coloridas, con ojotas o sandalias, anteojos de sol, gorritos de ocasión y aspecto expresivo de turistas. En un puerto como Tema, que nada tiene que ver con el turismo.
Los espías pertenecen, según nuestras fuentes, a una agencia de inteligencia privada.
“Israelí”, confirma la Garganta. Cruzada con otra, pero nigeriana.
Como elementos de negociación, los muchachos podían convertirse en un peligro. Hostigados por el aburrimiento y el nerviosismo. Enojados y vigilados.
Son dobles rehenes.
Rehenes de las autoridades ghanesas, en primer lugar. Pero lo más impresionante es que son rehenes de la extraordinaria impericia. La mala praxis del gobierno argentino.

Último domingo en Accra

La cronista suele disfrutar de todos los lugares que le dispensa la vocación. Pese al seguimiento ingenuo de los fisgones.
Tienta la visita al viejo Mercado Artesanal de Accra. La indagación visual de las telas ghanesas, que no están del todo mal. Como los collares de cuentas multicolores de vidrio. Estatuillas de piedra, de madera, precariamente originales y muy baratas. Complementan la exhibición de las muñecas sagradas.
Ideales -explica la vendedora- para facilitar la fertilidad.
Ante la perplejidad del negrito que espía, la cronista adquiere una muñeca sagrada. Es para la gran amiga que mantiene el objetivo de ser madre. Sin interesar el detalle menor del marido.
Después, para desorientar al fisgón, lo preferible es homenajear al héroe radical, emblema de la revolución, Kwame Krumah.
Es el líder panafricano, el Simón Bolivar de Ghana. De cuando llamaban, a esta tierra, La Costa del Oro.
Muñecas sagradas de GhanaNo hay que desplazarse en exceso para encontrar el mausoleo donde se conservan los despojos de Krumah.
Accra tiene el mausoleo que lo une, espiritualmente, a Río Gallegos.
Como corresponde, Krumah fue oportunamente derrocado. Estuvo en el exilio, como huésped, de alguno de los dictadores más originales del África. Sekou Touré. De la Guinea Conakri.
Aquel que decretó la obligación de casarse otra vez, a todas las esposas de los presos políticos.
Finalmente Krumah murió mal, en Rumania, protegido por Ceausescu, otro que también iba a terminar muy mal. Como termina todo, siempre, demasiado mal.
Serenella Cottani
Corresponsal itinerantepara JorgeAsisDigital.com