lunes, 30 de junio de 2014

DESDE BOUDOU (LIJO) A KICILLOF (GRIESA)

La Argentina estancada. Imagen congelada de teleteatro.




escribe Oberdán Rocamora 
Redactor Estrella, especial  
para JorgeAsísDigital  
                     


                      La Argentina se debate entre las fojas de la causa que conduce Ariel Lijo, con las fojas de la causa que deriva en el Juez Griesa.
                      En un marco de estancamiento, que los técnicos califican de estanflación. Coctel de recesión con inflación. Desde la decadencia del gobierno, se agudiza el hábito de la mala praxis. Ineptitud complementa la falta absoluta de credibilidad.
                      Basta agregarle al cuadro naturalista la atmósfera espesa de una campaña electoral prematuramente desatada. Con los comportamientos de las primeras figuras que dependen, en general, de los veredictos sabios de los encuestadores, y los consejos relativamente frívolos de los asesores de imagen.
                      Quien enlaza ambas causas, para unificarlas, es el ignoto Guido Forcieri, flamante emblema de la argentinidad al palo. Forcieri impregna de superior grotesco a la actualidad. Pretexta (a Lijo) que no puede comparecer en la Causa Ciccone, ya que debe colaborar con la patria en la comedia inflamada de los fondos buitres (que dirige Griesa).
                      “Mi reino por un caballo”. Lo prioritario, siempre, es zafar.
                

               La picaresca bonaerense                   
                    
                  
                    El anecdotario que ilustra los berenjenales de ambas causas es bastante nutrido. Se detalla con generosidad en los grandes medios.
                   Anécdotas ideales para ser comentadas, apenas, en el entretiempo. Con el complemento del Mundial de fútbol, la realidad televisiva es perfectamente tolerable. El torneo tendría que ser eterno.

                   Las coloridas peripecias de Amado Boudou, El Descuidista, y de su “Cataliñón”, José María Núñez Carmona, Nariga (que se atienden en Lijo), en el imaginario colectivo se mezclan con las excursiones “negociadoras” de Axel Kícillof, El Gótico (que se atienden en Griesa).
                   Las primeras producen la actual sobredosis de Boudou. Remiten a la literatura picaresca del Siglo de Oro español, del siglo XVI.
                   Para entender a estos antihéroes, que podían haber desfilado en El Lazarillo o en Guzmán de Alfarache, hay que recurrir a la astucia ofensiva del pícaro. Pero son exponentes de la picardía bonaerense generada entre los siglos XX y XXI. De los que sin grandes escrúpulos encararon la utopía del ascenso social. A través de la salvación individual, que depara la riqueza.
                    “Hacerla”, como sea, es la consigna. Para llegar.
                    Aquí emerge Boudou como el prototipo del oportunista que supo distinguir el claro. Aprovechar hábilmente los agujeros por dónde infiltrarse, para crecer. Y “hacerla”.

                    Consta que desde el inicio El Descuidista aprovechó todo lo que pudo. En ámbitos ya superiores, supo utilizarlo de canal a Sergio Massa, La Rata del Tigre, para consolidarse en Ansés. Se las ingenió también para que Massa, entonces Premier, lo acompañara a presentar cierta idea salvadora a La Doctora. Ya que el pícaro, para escalar, siempre debe resolver los problemas al poderoso. La idea consistió en pegar el manotazo furibundo hacia los fondos previsionales de pensión. Aquí el pícaro se excedió: conquistó no sólo a La Doctora. También lo sedujo a Néstor, El Furia, tan reacio y desconfiado para tratar con “los lindos”. Como Boudou. Que enjterneció (con fondos y soluciones) hasta a la señora Hebe de Bonafini. Tocaba la guitarra, cantaba a dúo hasta con Cabandié, andaba en motocicleta con el pelo al viento, mientras una rubia extraordinaria se abrazaba a su cuerpo.
                     Muestras que el pícaro había escalado. La “había hecho bien”. Y El Ganador fue rápidamente ministro, para algarabía de su Cataliñón, Núñez Carmona.
                     Juntos, los pícaros hubieran cometido menos desprolijidades si sospechaban que La Doctora iba a escoger a Amado como compañero de fórmula presidencial.
                     Si se conformaba con ser candidato a la jefatura del Artificio Autónomo, para perder con Macri e instalarse.
                     No olvidar cuando La Doctora, que aún tenía el vibrante manejo del suspenso, convocó a los tres aspirantes. Filmus, El Psicobolche, Tomada, El Buenito, y Boudou, Para dictaminar: “Filmus, vas vos”.
                     Tampoco se debiera olvidar que El Furia lo barajaba a Boudou para postularlo como gobernador de Buenos Aires. En uno de los innumerables esmerilamientos a Scioli.
                     La cuestión que El Pícaro, muy pronto, se había acostumbrado a las alturas. Acumulaba manejo informativo. Aunque siempre, invariablemente, en algún momento, le saltaba el trucho que aún habita en su interior. Por ejemplo cuando lo visitó la embajadora de Estados Unidos, y le dijo que le fascinaba esquiar en Aspen, surfear en California. Pero la embajadora debía entenderlo. No lo podía decir.
                     Como hoy tampoco El Descuidista puede decir: “¿Por esta tontería de Ciccone me voy a caer?”. “Con la que aquí se llevaron me van a llevar puesto por esto”.
                     En el ocaso, en la caída, El Pícaro se convierte en el problema. Porque es del estilo tierno. Melancólico. Casi mimoso. De los que no les gusta irse solo.
                     Quiere estar acompañado. Extraña mucho.      

                    

               La tragedia ideológica
               
                   Así como el dilema de Boudou remite a la literatura picaresca (que despacha Lijo), el dilema de Kícillof remite al riesgo de la tragedia (que administra Griesa).
                  Mientras Boudou se atormenta por el procesamiento de Lijo, Kícillof tiene que encarar la animadversión de la sentencia de Griesa.
                  Aquí, para ser ecuánimes, debe diferenciarse la moralidad de cada sujeto.
                  Boudou es el pícaro descubierto que bregó por la salvación individual, mientras lo de Kícillof es más grave. Es el crédulo que apostó por un proyecto colectivo, que hoy confronta con la realidad. Y hace estragos en su identidad. El post keynesiano, casado con una crítica literaria, debe hacer un curso acelerado de pragmatismo y batirse interiormente entre su discurso y su acción.
                  El ideologismo de centro de estudiantes de Kícillof nada tiene en común con la amoralidad atractiva de Boudou.
                  Lo que tienen en común, sin embargo, es la confianza que La Doctora depositó en ellos, a los que hizo ministros de Economía.
                  Primero en Boudou, que se convirtió en el gran error de su administración de viuda. Cuando El Descuidista de Mar del Plata sedujo políticamente a la muchacha de Tolosa, al extremo de formar la dupla de la Ruta 2.
                  Es la misma confianza que La Doctora ahora deposita en Kícillof, intelectualmente seducida por la arquitectura de sus razonamientos.
                   Hoy Kícillof es el ministro principal, sobre todo después del superlativo desgaste de Milton Capitanich, El Premier.
                  Si a El Gótico le va más o menos bien con la instrumentación de los inventos que instruye La Doctora, va a ser, según nuestras fuentes, el Elegido para intentar sucederla. Así sea en elecciones posiblemente adelantadas.
                  Se impone Kícillof en la predilección de La Doctora sobre Sergio Urribarri, El Padre del Marcador, que sobreactúa su lealtad y tiene el defecto de ser peronista.
                  Y por supuesto Kícillof cuenta con mayor legitimidad que Rossi, El Soldadito de Milani, o Florencio Randazzo, El Loco de la Florería. o Domínguez, El Lindo Julián. Estimulados, todos, por la devoción más irracional de La Doctora, que heredó también de El Furia. Esmerilarlo a Scioli, Líder de la Línea Aire y Sol.

             
               La epopeya de los fracasos
         
                 Paulatinamente Kícillof se eleva como el continuador ideal. Aunque remite a la tragedia.
                  El Gótico se habituó a la rutinaria tergiversación de presentar los grandes fracasos como epopeyas gloriosas. Imposturas que los opositores envueltos deben comerse, con la salsa de su incapacidad.
                 La catástrofe más simbólica fue la confiscación de YPF. Aquí Kícillof superó el desgaste irreverente. Pasó del amague de no pagar una moneda a provocar -por instrucción resignada de La Doctora- la glorificación de Brufau. En España deberían construirle hoy a Brufau un monumento en Plaza Cibeles. Por haberle cobrado dinero fresco al moribundo, aunque anticipado por la Banca Morgan, a la cuenta diferida del futuro que deberán saldar alguno de los opositores envueltos.
                   Hoy Kícillof y Galluchio juntos enlazaron a YPF con Chevron. Con aspectos que no deben saberse, en un acuerdo que va a terminar, según nuestras fuentes, mal. Para algarabía de Carlitos Bulgheroni, El Dragón del Cerro. Ampliaremos.
                  Otro fracaso de Kícillof, que se celebra con cohetes y cañitas voladoras, es el arreglo con el Club de París. En su rendición incondicional, Argentina se comprometió a pagar hasta el punitorio más inimaginable. Y  algunos créditos que –se sospecha- no contaban con el seguro de crédito a la exportación. Miles de palos de más para que el relato derrumbado conserve alguna migaja de credibilidad para los “muchachos que bancan el proyecto”. Para sacar del acuerdo al Fondo Monetario Internacional que Argentina integra. Y no arriesgarse al examen de un artículo 4 que no le importa, en definitiva, a nadie. Ni siquiera a los viatiqueadores del Fondo que llegan a las capitales con más deseos de aprobar todo que de irse.
               
                   Kícillof, la estrella del cristinismo, tonto pero no tanto, es el instrumentador de la estrategia del pedal que castiga Griesa. Y que conduce, para nuestro horror, Carlos Zannini, El Cenador que se mantiene dispuesto siempre a los churrascos.
                   A los billetazos limpios, Kícillof debe combatir el default permanente que habitamos. La cesación de pagos. La situación de quebranto a la que se llegó por la combinación de mala praxis, desidia e ineptitud.
                   Pero con estilo envolvente. Útil, apenas, para envolver opositores. Al que se le agrega la alucinante internacionalización del conflicto que ya se dirimió en el ámbito judicial (Griesa).
                   A partir del colapso de la irresponsable estrategia del pedal, Kícillof lleva el conflicto a las Naciones Unidas. Como si hablara en una asamblea estudiantil, lanza su prédica casi antimperialista en la ONU. Y ahora se dispone a mangar solidaridad, para colmo, en la OEA, que tiene menos utilidad práctica, incluso, que el Grupo de los 77, aunque se le incorpore China, anotada en el cinismo multilateral..
                   A partir de hoy, 30 de junio, Argentina ingresa en la moratoria. Con la guillotina sobre su piadosa estructura, mientras suplica por solidaridades intrascendentes, que se agotan en los discursos encendidos que se apagan a medida que se emiten.
                   La picaresca de Boudou brinda el desbarajuste institucional que termina, a lo sumo, en Zamora, El Neo Juárez. El santiagueño, mucho más pícaro y efectivo que El Descuidista, se prepara para –llegado el caso- encargarse del Ejecutivo. Y llamar, en caso de no poder evitarlo, a las elecciones anticipadas. ¿Ampliaremos?.
                   Los desplazamientos orales de Kicillof, en cambio, mantienen el final incierto. Un riesgo de calesita chocada.
                   Con el país estancado, congelado. Como una mala imagen de teleteatro vulgar.
              
                                                   
                                                                 Oberdán Rocamora  
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jueves, 26 de junio de 2014

MATTAROLLO Y EL VIAJE FINAL

Epopeya del militante culto y franco que ayudó a producir el relato vulnerable.

Mattarollo y el viaje finalescribe Carolina Mantegari
Editora del AsísCultural,
especial para JorgeAsísDigital
Escueta, austera, la información sobre la muerte de Rodolfo Mattarollo incitaba a la indiferencia. Aludía al “referente defensor de presos políticos”.
Fue velado una semana atrás, de 9 a 13. En la Secretaría de Derechos Humanos.
Mattarollo cesa justamente durante el epílogo irremediable del relato kirchnerista. Narración que mantuvo, en la problemática humanística, la inspiración socialmente más presentable. Encomiable, incluso, para la historia. Un valor ajado, casi melancólico, desaconsejable para evocar en plena etapa lazarista del cristinismo. Cuando lo delictivo predomina sobre lo ejemplar.
La superioridad moral de los humanistas derivó en la degradación piadosamente auto-justificatoria. Lacerada, acaso, por el quebranto banal y venal de las Madres (“el pueblo las abraza”). Con los tramposos Sueños Compartidos que desembocaron en la posterior nacionalización forzada. Recurso de una legislatura cautiva, que permite cubrir hasta la osadía de una vulgar estafa.
En simultáneo, se impuso la designación del general César Milani como titular del Ejército. Con el complemento decorativo de las otras dos fuerzas impersonales.
Milani cierra el círculo de la complejidad kirchnerista.
Los fundamentos que sostienen los cargos, que se amontonan para la cuenta de Milani, son seguramente débiles. Apelables.
Sin embargo, con fundamentaciones de similar o menor magnitud, abundan cientos de presos militares. Se sienten “presos políticos”. Pero están estampillados por la “lesa humanidad”.
Representan (los presos) lo único tangible que persiste, en el fondo, de la cobertura eficaz del modelo humanitario.
Entre los sueños compartidos de Los Hermanitos Schoklender y la señora Hebe de Bonafini, La Madre de Todos, y la promoción del General ya también estampillado, se registró el repliegue del prestigio de la causa que debió ser incuestionable. Causa de admiración y reconocimiento.
Mattarollo y el viaje finalEl retroceso admitió la edición consumida de “Los negocios de los Derechos humanos”, de Luis Gasulla. Y hasta legitimó el lamento impresionante de la señora Estela de Carlotto, ante el periodista Diego Sheinkmann. Dijo: “Ahora nos gritan chorras”.
En contexto semejante debiera tratarse la vida, transcurrida hasta los 75 años, de Rodolfo Mattarollo. Interrumpida en Buenos Aires, a su regreso de Haití, donde diplomáticamente representaba el artificio chavista-brasileño de la Unasur. Fue recomendado para el cargo, a Néstor Kirchner, El Furia, según nuestras fuentes, por Rafael Follonier, El Canciller Paralelo. Consta que Rafa lo conocía desde la redacción de “Nuevo Hombre”, “periodismo militante” pero de verdad. Cuando se utilizaban palabras con riesgos de pólvora.

El olor de las hojas

A los 30 años, ya bastante grandecito, el doctor Mattarollo era aún el poeta Rodolfo Benasso.
Hijo de Evelina Benasso, poetisa refinada, cordial amiga de Álvaro Yunque, Leónidas Barletta y Aristóbulo Etchegaray. Directora, aparte, de Microcrítica, revista literaria más olvidada que los tres escritores aquí citados. Exponentes paternalistas de la “literatura popular”. Con el tiempo se la iba a calificar de “literatura comprometida”. Con la certeza de marchar, “comprometida”, con la causa invariable de la revolución.
Mattarollo y el viaje finalRodolfo Benasso era un “aliado”. Había publicado “El olor de las hojas”. Poemario breve, de lírica candorosa. Pero tenía también otro texto más recomendable. “El mundo de Haroldo Conti”. Una biografía crítica editada por Galerna.
Hacia finales de los sesenta, Haroldo Conti ya era un novelista magistral. Ya había escrito Sudeste (1962), y Alrededor de la Jaula (1966). Y los cuentos de “Con otra gente”.
Ahora Conti se dedicaba a ganar todos los premios posibles que se le presentaran. El último, el de Seix Barral, había sido por “En Vida”.
Libro denso, agobiante, “En vida” podía remitir al despojado Albert Camus.
Flaco y apuesto, con encantador aspecto de galán maduro, Haroldo trabajaba como profesor en un colegio secundario de Callao. Tomaba después café con los alumnos, casi en la esquina de Callao y Tucumán.
Grandes amigos, Rodolfo y Haroldo distaban aún de ser revolucionarios. No eran militantes del PC. Ni siquiera del PCR.
El poeta Benasso era un pulcro “juez de paz”, como se decía en aquellos años. Los viernes por la tarde ya solía despojarse de la corbata. Entre sus preocupaciones intelectuales figuraba el venerable suicidio. Un joven Werter, en definitiva, que leía a Goethe.
Entonces el Taller Literario Aníbal Ponce sesionaba en las oficinas del teatro IFT, durante las noches de sábado. Lo comandaba José Murillo, el “camarada novelista”, autor de “Los Traidores”.
Un par, el Pepe Murillo, de Juan José Manauta y Raúl Larra. Dos cumbres, junto a Alfredo Varela, de la literatura comunista.
Mattarollo y el viaje finalAllí, en el IFT, Benasso, El Aliado, ilustraba a los inquietos militantes psicobolches con un curso completo de filosofía y estética.
En 1969 indagaba con agudeza a Jean Paul Sartre. Lo cruzaba con Albert Camus. En sus desbordes equilibrados remitía a Santo Tomas de Aquino. Y de algún modo terminaba siempre en Jacques Maritain.
Se lo recuerda vestido con un conjunto de jean blanco y mocasines sin medias.
Solía desplazarse en un Citroen 2 CV, color cremita. Vivía en la frontera imprecisa de Barracas con Constitución.

El viaje trascendental

Datos sueltos, apenas anticipatorios del viaje trascendental que el poeta Benasso iba a encarar por América Latina. Solo, casi en banda. Consecuencia de la ruptura afectiva que necesitaba superar (se había separado de una bella escritora de cuentos infantiles).
Los amigos temían que Benasso tuviera la mala idea de amasijarse en el Machu Pichu. Algunos aún pueden recordar las cartas conmovedoras que escribía desde Colombia, Ecuador, Méjico o Guatemala. Como si el poeta Benasso reiterara aquel viaje inaugural del joven Guevara, próximo Ché.
De pronto escribió algo así: “Tomo conciencia que mi profesión de abogado al fin puede serme útil para algo. Para alguien”.
Mattarollo y el viaje finalAl regresar, Benasso ya era otro. Era el doctor Rodolfo Mattarollo. Renunció al puesto plácido de juez de paz, para disponerse a defender presos políticos. Junto a Eduardo Duhalde, aún El Bueno, la próxima víctima Rodolfo Ortega Peña. Con González Gartland.
En nuestra evaluación, Benasso-Mattarollo resultó fundamental para la precipitada radicalización ideológica del apuesto profesor que tomaba cafés sensuales con sus alumnas.
En las cercanías de los cincuenta, Haroldo ya había escrito sus libros más significativos y condecorados. Para aproximarse, después, al partidito de los “perros”. Y concluir previsiblemente “chupado”. Para cesar en algún centro clandestino de detención y transformarse definitivamente en otra víctima, para ser más agasajada que leída.
Hoy puede registrarse su nombre -Haroldo Conti- cuando se rescata el Centro Cultural de la Esma.

Trelew y después

La cuestión que a los 33 años, aquel ex juez de paz, el hijo poeta de la sensible Evelina que comentaba los libros comprometidos de Barletta, iba a desplazarse pronto hacia Trelew.
Había ocurrido la masacre de la Base Almirante Zar. Los amigos ahora dejaban de impresionarse por los arrebatos de sus indagaciones filosóficas. Interesaban las anécdotas que aludían a su desafiante valentía.
Por ejemplo de cuando estaba en el restaurant de Trelew, junto a otros abogados defensores, molestos inquisidores.
De pronto los rodearon como veinte militares con instrucciones compulsivas de desalojarlos. Mientras todos se levantaban para irse, cuentan que el doctor Mattarollo, con displicente soberbia, al mejor estilo Oscar Wilde, les dijo:
Mattarollo y el viaje final“Pero distinguidos señores, nos falta aún avanzar hacia los postres”. Y se dirigió al mozo: “La carta por favor, si es tan amable, que estos señores se impacientan y no me gusta”.
Después que lo reventaran a balazos a Silvio Frondizi, El Viejo Profesor de Derecho Político, Benasso-Mattarollo debió hacerse cargo de la dirección de la revista Nuevo Hombre.
Se radicalizaba como “perro”. La clandestinidad ya era un oficio cotidiano. Caminaba las calles en contramano y vivía en un departamento pequeño y sin muebles del Once. Por Cangallo, aunque tal vez era Sarmiento. Junto a su nueva compañera y un hijo.
Con la terapia intensiva del golpe del ’76 debió exiliarse en París. Anduvo después de humanista por el África, de consultor por Sudán, se hizo experto en el África Subsahariana y conoció, como nadie, la miseria resignada de Haití.
Se lo pudo encontrar en Buenos Aires ocho años después. Durante los juicios a la Junta Militar, 1984. Cuando, por su intermedio, el Almirante Sanguinetti, El Rojo, viajó hasta los Tribunales de Talcahuano para testimoniar ante los jueces Gil Laavedra, Valerga Araoz, Arslanián. “Nunca más”.
Mattarollo y el viaje finalSe lo pudo ver también durante el lanzamiento del extinguido Diario Sur. Una aventura que dirigía el extinto Eduardo Duhalde, ya casi consagrado como “anzorreguista” de izquierda. Otro protegido, en fin, de Hugo Anzorregui, El Five.
Iba a secundarlo, también, cuando Duhalde ya era kirchnerista. En la Secretaria de los Derechos Humanos, donde también se despacharon honores y recompensas que, por ahora, no se van a tratar. Fue donde precisamente lo velaron a Benasso-Mattarollo, muy lejos del “Olor de las Hojas”, del IFT y del Citroen cremita, durante una mañana indiferente, de 9 a 13. Lanzado para el viaje trascendental, en el epílogo del relato que ayudó, con infinita franqueza, a componer.
Carolina Mantegari
para JorgeAsisDigital.com
permitida la reproducción sin citar la fuente.
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martes, 24 de junio de 2014

JUGAR EL DESTINO EN EL DESPACHO DE GRIESA

 La tristeza de endeudarse para pagar las deudas.


escribe Bernardo Maldonado-Kohen
Economía,
especial para JorgeAsísDigital 



Nueva York, especial

               Salvo que Dan Pollack -flamante intermediario impuesto por el juez Thomas Griesa- nos llegue con la “stay” (cautelar) bajo el brazo, en seis días Argentina ingresa en el descenso –aún evitable- del default.
                Significa confirmar que la fecha fronteriza no es el 30 de julio, como se creyó con optimismo. Es el 30 de junio. El lunes próximo.
               “
La postergación del pago por 30 días sólo activa el seguro privado que tienen los bonos” confirma la Garganta. 

                
                Manual de equivocaciones escogidas
                
                 En la antología de las equivocaciones escogidas del cristinismo no podrá faltar la idiotez de publicar las solicitadas. En Wall Street Journal y en New York Times.
                El error se explica con un fundamento cronológico: las páginas fueron alquiladas antes de la admirable acrobacia que La Doctora protagonizó el viernes. Fue la arena de tres pistas de Rosario. Cuando se pasó de acusar “extorsión” a suplicar por mejores condiciones para pagar.
               El destino inmediato del país se debate, en adelante, en el despacho del juez Griesa, de primera instancia. Es en el piso 16 (que tiene para él solo) del edificio de Pearl al 500.
                Desde sus ventanales se participa de la generosa tarjeta postal de Manhatan. Un mero complemento de la sobria escenografía.
                 El Juez, un decano venerable, ya tiene un “master en argentinos”. Cuentan que se acostumbró a que los funcionarios lo maltraten desde los medios de comunicación.
                 No puede decirse que la situación lo divierta. Tampoco que las diatribas lo irriten. Son las contingencias de dirimir en un caso que mantiene fuertes tensiones, tan dramáticas como emocionantes.
                 Consta que Los Buitreros de Paul Singer están pendientes de las declaraciones de nuestros lenguaraces. Las mandan traducir para depositarlas, con perversidad documental, en la mesa de entradas del despacho.
                 Sin embargo, que le puntualicen las diatribas desde las páginas alquiladas de los medios que leen sus nietos en New York ya comienza, según las fuentes, a alterarlo.
                 Para colmo, en las solicitadas lo acusaron de
tener animosidad contraria hacia los intereses de la Argentina. Insinúan que es juez y parte.
                 “En inglés básico el gobierno argentino quiere decir que Griesa trabaja para los litigantes”.
                 Que no cumple con la obligación de la ecuanimidad. A cambio, probablemente, de alguna recompensa pecuniaria”.

                 Es tratar de corrupto a un jurista que sólo tiene para cuidar, a esta altura, el jardín de su prestigio.
                Aparte de ser grave, la acusación es idiota, ya que el Estado Argentino, “una de las partes”, necesita de su cooperación. Sobre todo si pretende encontrar otra salida más racional para “la cosa juzgada”.     
         

                Repetir el error de Videla

             Con el tenor de solicitadas semejantes, La Doctora -acaso sin saberlo- reitera el error primario del general Jorge Rafael Videla.
                  Aquel Videla autorizó al ministro Martínez de Hoz para contratar a la Agencia Burston-Marsteller (ahora instalada también en Buenos Aires). Fue a los efectos costosos de encargarse de construir la inutilidad de otra imagen del gobierno militar, en vísperas del Mundial 78.
                  Curiosamente, durante el Mundial 2014, y desde la democracia, La Doctora sigue el ejemplo de Videla. Autoriza al ministro Kícillof para alquilar las mismas páginas que alquiló Martínez de Hoz. Para reproducir las palabras alquiladas que no persuaden, en definitiva, a nadie. Sirven apenas, según las fuentes, para indisponer aún más al juez decano, que ya se encuentra lo suficientemente harto de los desmanes,
                 Consta, por ejemplo, que Griesa ni siquiera vaciló en levantar la cautelar. El “stay” que impedía, a Los Buitreros, encarar la carnicería de los embargos.
                 El “stay” que ahora, en una cartita doliente, el ministro Kícillof solicita restablecer. Pide una “medida suspensiva”. Para pagarle a los reestructurados, sin que los carniceros le embarguen los fondos.
                 Pero Griesa disponía de competencias para mantener aquel dichoso “stay”, sin que se lo pidieran, durante 25 días más. Así Argentina presentara, ante la Corte, un “re-hearing”. O sea, una reconsideración. Una apelación que la Suprema Corte iba nuevamente, con seguridad, a rechazar. Pero que podía permitirnos ganar (o perder) un poco de tiempo.
                 Sin embargo la “estrategia del pedal” cliquear tratada en un texto anterior, se fue a la lona. Cuesta rescatarla. Imposible levantarla, en realidad, con solicitadas.                 

             
               Testimonio de una rendición     
         
               “Primero, los argentinos no tienen que hablar más de negociación” aconseja la Garganta de Wall Street. “Ni siquiera en los medios de Buenos Aires”.
               Hablar de “negociación” aquí irrita –por lo que trasciende- hasta el paroxismo. No tiene cabida ninguna “negociación” cuando ya no hay nada que “negociar”. Podía haberse “negociado” años atrás.
               Ahora sólo debe tratarse la “forma del pago”. Sin ninguna posibilidad de desplazar el “lugar” del pago. 
               “Lo de pagar en Acoyte y Rivadavia, olvídese, no va” asegura otra Garganta.

               Sin abusar de la lógica mundialista, que se apodera hasta de los Woody Allen de Manhatan por el desempeño de la selección (norte)americana, a los argentinos les conviene –para la Garganta- dejar de hablarse encima.
                “Se hacen, con las palabras, muchos goles en contra”.
                
              Lo importante es que, en su magnífica lección de acrobacia, La Doctora ahora decide pagar. Tardíamente. Debió haberlo decidido dos años atrás. Cuando se padeció el fallo adverso de la Cámara.
              Pero La Doctora expresa la decisión de pagar como consecuencia de una capitulación. Es la resignación fatal, ante la derrota inapelable.
             “Ponerse como una gansa” implica, en su caso, el testimonio de una rendición.
              Abandonar las imposturas que la hicieron regularmente temible. Pero solo por la imprevisibilidad de persistir.
              Es el  peor complemento para una credibilidad absolutamente desmoronada. Imposible, a esta altura, de reconstruir. Es la muestra cara de la fragilidad.
               Cuesta entonces tratar formas de pago con Griesa. O ahora con el flamante lawyer Pollack, en Park Avenue. Desde una posición tan vulnerable.
               En todo caso, La Doctora debería atender la sugerencia de Consultora Oximoron (ver “Estamos, Butch, en problemas”). E intentar una Moncloa rápida. Una Moncloa express. Una Moncloa reducida y veloz para impulsarle cierta consistencia a su sorprendente resignación racional. A la decisión de pagar que debiera acordarse con los eventuales sucesores. Sea Macri, Massa, Binner, Cobos, Sanz, o el desmarcado Scioli.
                Los que tienen que hacerse cargo de las extraordinarias facturas que La Doctora les va a legar.



               Fracaso colectivo
               
               Debe asumirse la tristeza de endeudarse para pagar la deuda. Vicios del círculo.
               El énfasis del modelo -como la moral- está también por el piso. El relato del modelo sostiene un desenlace lúgubre. Final abierto.
               Las críticas, ahora, son tan innecesarias como los lamentos.
               El ridículo es demasiado obvio. Como son obvias las contradicciones. Los comparativos del declaracionismo.

              Debe asumirse también que Argentina se transformó en el hazmerreir del continente. (La gozan, en secreto, los vecinos cordiales que amagan con solidarizarse).
               Es el ejemplo del estado fallido, por culpa de la imaginativa irresponsabilidad de una dirigencia alucinada.
               Colmada, eso sí, de pedantes a veces simpáticos. De inteligentes que suelen destacarse por la superioridad individual que dramatiza, en el fondo, el grandioso fracaso colectivo.


                 Final con Buscapinas

                Hoy analizar el comportamiento de La Doctora implica regodearse.
                Enumerar las imposturas representa ya una manera del encarnizamiento.
                Correspondería sacar el tema de las primeras planas. Dejar la cuestión de los holds outs para los especialistas. Los que presuntamente conocen de las sutilezas de las pari pasu, o los pormenores de la clausula Rufo.
                Pero es imposible desalojar el tema del primer plano. Porque “el infierno tan temido” –que tan bien describía Juan Carlos Onetti- se encuentra muy cercano.
                Habrá que resignarse, como La Doctora. Endeudarse para pagar la deuda. Y celebrar también la aparición providencial de los buitres dobles. Los buitres al cuadrado.
                Son los Buscapinas. Los financistas internacionales que se aproximan para encargarse del negocio despojado de la capitulación.          
                                                                                    
                                                       Bernardo Maldonado-Kohen
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jueves, 19 de junio de 2014

ESTAMOS, BUTCH, EN PROBLEMAS

Ineptitud, Mala praxis. Falta de credibilidad. Sin fiado.
Moncloa, cancelación de PASO y adelantamiento electoral



sobre Informe de Consultora Oximoron.
Redacción final Carolina Mantegari

especial para JorgeAsísDigital
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introducción
            Credibilidad agotada

                  
                “Para negociar, la Presidente argentina hoy es un impedimento” confirma la Garganta, telefónicamente, desde New York. “Y con su ministro de Economía es peor”.
                Pese a las invocaciones –en contrario- del Santo Padre Francisco, la Argentina desperdicia la etapa más floreciente. En la que no pudo, por impericia, proyectarse.
               Asediada por conflictos heredados, y mal manejados, que la exceden, La Doctora se pone el país de sombrero.
               Asoma un riesgo de default más grave que el de 2001. La Doctora choca, con virulencia, la calesita que no aprendió a comandar.
                Explicación básica para los picos de stress que anteceden a la depresión. En vísperas de euforias similarmente perjudiciales
                El crédito de la confianza está agotado. Ya no le fían.
                La manera más eficaz de ayudarla –como lo solicita el Santo Padre- para una buena culminación, consiste en aproximarle la línea de llegada.
                Como en 1989 se le aproximó a Raúl Alfonsín, a quien la historia registra como modelo de demócrata.
                Para Consultora Oximoron, los 18 meses de distancia se imponen como una dificultosa eternidad. Inmanejable para el país quebrantado. Sometido a la próxima frivolidad de una campaña doble. Onerosa e interminable.
               Según Oximoron la salida del laberinto sólo puede racionalizarse a partir del acuerdo político y económico. Entre el oficialismo deteriorado y los “opositores envueltos”.  Entendimiento que Oximoron, por facilidad expresiva, prefiere denominar “Moncloa”. Para compartir, en materia de responsabilidad, las trascendentes decisiones que deben tomarse.
                Mientras tanto, para Oximoron, debiera cancelarse la pedantería costosa de las PASO. Y adelantarse la elección presidencial.
    

                                                        
Osiris Alonso D Amomio
                                                        Consultora Oximoron/Director


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                   1.- La ginebra desastrosa
                  

                   En el minuto final, al verse rodeado de los militares bolivianos que apuntaban, antes de salir a inmolarse, Sundance Kid le dijo a Butch Cassidy:
                  “Creo que estamos, Butch, en problemas”. 
               
                  La dramática situación actual le queda muy grande a La Doctora. Su desconcertado ballet no se encuentra entrenado para las necesidades del espectáculo. La gravedad de las circunstancias la sobrepasan.
                  Pero el drama parece quedarle holgado también a la gran parte de la tildada oposición. Una serie de ballets envueltos en papel de aluminio. Ubicados al borde de la parrilla.

                  Acontece que el cristinismo, en el epílogo, les descarga en el combo, a los eventuales sucesores, el clavel suplementario de 35 mil  millones de dólares.
                   7 mil son “a la cuenta del otario” de YPF. Es la broma de Tinelli que a los billetazos limpios impulsó Kícillof, El Gótico. Con acento en la primer “i”. Apellido esdrújulo, nunca grave.
                  10 mil son del “acuerdo secreto” con el Club de París. Otro gran mérito de Kícillof. Billetazos que el “opositor envuelto” debe comerse doblados.
                   Y 18 mil, ahora, pertenecen a la cuenta de los bonistas, reestructurados o no. Con Los Buitreros que nos envían hacia la compleja colectividad del descenso. Llamado -por paquetería- “default”.

                   La carencia absoluta de credibilidad de La Doctora apenas complementa la sistemática ineptitud. Los efluvios permanentes de la mala praxis, que surca la falta de gestión y deja, como balance social, un polvorín de subsidios. 
                   El coctel, de por sí, es desastroso. Como la “ginebra desastrosa” del tango “Fangal”.
                   Para colmo, la impericia compartida contiene el marco de la prematuramente desatada competencia electoral. Con su blanda carne de encuestas.
                   Frivolidades relativas hacia aquello que debe decirse o conviene callarse.
                   Entonces “estamos, Butch, en problemas”.
   

                2.- Caída de la estrategia del pedal
                   
                   Conste que ni siquiera se trató de un fallo. Apenas fue una banal resolución de la Suprema Corte de Estados Unidos. Derivó en la antesala de la tormenta.
                   De nada sirvió contratar los servicios del “lawyer” Paul Clement, a los efectos de encarar “la estrategia del pedal”
cliquear.
                   Como lo contó Maldonado-Kohen, el doctor Clement le fue recomendado a La Doctora, según sus fuentes, por George Soros, el amigo volteado del señor Elztain.
                   Clement traficaba supuesta influencia sobre los miembros republicanos de la Corte que nos iba a embocar.
                   Tampoco sirvió para un miserable pepino la patriótica delegación de legisladores que comandaba Domínguez, El Lindo Julián. Con sus respectivos “opositores envueltos” para la piedad..

                    En el desborde del monólogo decepcionante, La Doctora mencionó, para colmo, la palabra “extorsión”. Justamente la que terminó con la libreta del fiado.
                  
¿Acaso, en su grave impericia, la presidente argentina sostenía que la Suprema Corte de Estados Unidos era cómplice de un mecanismo extorsivo?
                   Sólo mantuvo cierta convicción en las marcas venerables del rostro castigado.
                    En la calculada improvisación, La Doctora prefirió delimitar las responsabilidades, para reservarse el rol de la ejemplaridad.
Como si la Continuidad Jurídica del Estado no existiera. O no hubiera asumido aún el desafío de hacerse cargo de la totalidad del combo. Sin purificarse con la enumeración de las culpas históricas.
                    Como si, junto a El Furia, el marido extinto, no hubieran estado al mando del país invertebrado durante los últimos once años.
                   Juntos, aparte, La Doctora y El Furia, supieron ufanarse de la apodada “reestructuración de la deuda”. Presentada como una magnífica hazaña. Aunque la epopeya heroica derivó en la representación del gran fiasco. En la impostada tergiversación enriquecida por la magia del relato. Tan catastrófica como la confiscación de Repsol YPF. Atrocidad que les permitió a los “titanes catalanes” cliquear
 realizar el l negocio de sus vidas. Conste que, en el carnaval del mundo a la deriva, cuesta encontrar un país invertebrado que proporcione, de pronto, un billetazo de 6500 millones de dólares vivos. Frescos.
                    Billetazos pagaderos en la cuenta del futuro, en cheques diferidos, debidamente descontados por la banca Morgan.

  

               3.- Aros de cebolla frita

                 De todos modos, en el esplendor de su debacle, el cristinismo se las ingenia siempre para mantener la iniciativa. Y envolver a los opositores sin alternativas, con conductas que dependen de las encuestas.
                 Con los opositores envueltos, es posible utilizar hasta el cuento del patriotismo, útil para encarar las “políticas de estado”. Y hasta para malvinizar la deuda.
                 Como si aún se estuviera en aquel Corsódromo de Gualeguaichú. Podrá reiterarse en Rosario.
                  “No pasarán” dijo Kícillof, con la bravura de un caniche convencido. Como si Los Buitreros de Paul Singer, el doctor Robert Cohen, o el propio juez Thomas Griesa, el Anthony Quinn de Notre Dame, no pudieran escuchar sus dislates, ni ver su rostro de caniche desafiante, en directo. Desde un teléfono inteligente, por televisión, mientras comen alguna hamburguesa abominable, con pepinillos en vinagre y aros de cebolla frita.  

               
                  4.- Final con Buscapinas y Buitreros
                    

                   Al comando de la estrategia jurídica hoy se encuentra Carlos Zannini, El Cenador. “Estamos en problemas, viejo Butch”.
                  Para colmo se anota el conglomerado de medialuneros entusiasmados con la posibilidad de mojar la medialuna en la taza de la negociación.
                  Si transcurre, sobre todo, en dos vertientes. En el despacho de Griesa, primero, para la capitulación prolija y presentable. Y en el bar de la esquina. Con Los Buitreros, Los Buscapinas y los billetazos. Ampliaremos..
.

               En cualquier negociación, cada una de las partes pugna por mantener el instrumento de la sorpresa. La otra parte, Los Buitres, dispone a su favor con la resolución de la Corte Suprema. Con la justicia que pudo sorprender. Proporcionarle un golpe letal a esta parte, la nuestra. La que se había chupado el caramelo de madera del optimismo.
                   Se apostaba por la estrategia del pedal y ahora se aspira a modificar las reglas del juego. Para no poner los billetazos en Nueva York, o en Washington. Para ponerlos patrióticamente, con gesto de asco, pero en Acoyte y Rivadavia, Caballito, Artificio Autónomo, Buenos Aires.
                  De este lado, por si no bastara, la estrategia se vocifera. Se emiten propuestas indiscretas, para discutirlas, a los gritos, en “Intratables”. En emisiones que también divierten, en directo, según nuestras fuentes, a “Los Buitreros”.
 
Aún sin libreta de fiado, el gobierno de La Doctora es legítimo. Se encuentra colgado de la sotana austera del Santo Padre. Pero –lástima- ya no “es confiable”.
                  Para Oximoron, sólo con una nueva administración podrá reconstruirse, para la Argentina, la credibilidad extraviada.

    
                                                        Carolina Mantegari
                                               Informe Oximoron/ Redacción final
                                      
se permite la reproducción sin mencionar la fuente             




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lunes, 16 de junio de 2014

El error de entregar Irak a Irán

Estados Unidos y los desastrosos fracasos geopolíticos de colección.

El error de entregar Irak a Iránescribe Osiris Alonso D’Amomio
Internacionales, especial
para JorgeAsísDigital
Estados Unidos tiene exclusiva responsabilidad en el resurgimiento de la jihad (guerra santa) en Irak.
Si decirlo es una obviedad, negarlo o atenuarlo es una muestra de mera obsecuencia con el poderoso que no sabe liderar.
Aquí debe tratarse el desconocimiento inexplicable de George Bush junior, el republicano brutal que -a partir de sus tergiversaciones intencionadas- arrastró a occidente hacia la invasión equivocada de 2003. Y sumarlo a las alarmantes vacilaciones del demócrata Barack Obama, El Keniano. En 2011, desesperado hasta la ceguera, abandonó el territorio. Sin dejar nada resuelto, más allá de algunas improvisaciones institucionales que contrastaban con la cultura del lugar.
Ambos, Bush y Obama, reaccionaban lógicamente ante los requerimientos de su sociedad. A través de la venganza, en el arrebato estratégico de Bush. Consecuencia del atentado a las Torres Gemelas que les deparó miles de muertos, y un tajo indeleble a la sensibilidad del orgullo. Superpotencia herida.
El error de entregar Irak a IránObama, en cambio, debía asumir el desastroso fracaso de colección de su antecesor. La fatiga social de una ciudadanía hastiada por recibir decenas de ataúdes semanales. De soldados (a veces indocumentados) que volvían envueltos en banderas. Consecuencia de la guerra absurda que para colmo ni entendían. Les provocó cinco mil muertos propios.
Sendas diplomacias, la de Bush con Colin Powell, y la de Obama con Hillary Clinton y después con John Kerry, supieron esmerarse académicamente en los desatinos. Hasta entregar los escombros de Irak, el país invadido y destrozado, en bandeja de plástico, a Irán.

Improvisaciones compartidas

Pero Estados Unidos dista de reconocer sus errores. Reclamarlo es tan sospechoso como ingenuo. Y vano. La culpa es, por lo tanto, de la tendencia a la dispersión de los iraquíes, y a sus divisiones inagotables. Debieron haber aprovechado (los iraquíes) la claridad meridiana de las enseñanzas institucionales de los colonizadores sin ganas, que ansiaban partir, como fuera.
El error de entregar Irak a IránAl dejar Irak al mando de los chiitas, Obama y (hoy) John Kerry, su secretario de Estado, nada tienen que envidiarle, en la materia, a las improvisaciones bartoleras de la presidente argentina, La Doctora, y de su canciller Héctor Timerman. Porque la elevación práctica de Irán que produjo la falta de diplomacia de Estados Unidos fue infinitamente más grave que el intento de rubricar un tratado intrascendente. A los efectos de esclarecer, en ambos casos, situaciones falsas. Forzadas. Impugnables.
El fracaso de la intervención ilegítima en Irak derivó en una carnicería de elemental brutalidad. Al dejar precipitadamente afuera del poder a la confesión sunnita, el pobre Obama no sólo sentó las bases del próximo polvorín en Irak. Iba involuntariamente a agravar, también, las tensiones de Siria. Es donde el sunnita padece humillaciones trágicas desde hace medio siglo.
En Siria domina la minoritaria secta alawita, que se encuentra prácticamente adherida al chiismo. Explica el apoyo inalterable de Irán, que es Persa, a Siria, que es árabe. Unificados en la creencia chiita, que alude a una problemática compleja que el Departamento de Estado prefirió minimizar. O reducirla a la marginalidad de los intelectuales. A los analistas que sirven más para contar la clave de los desastres que para evitarlos.
Lo grave es que la misma explicación religiosa sirve hoy, ante la perplejidad del desinformado básico, para tratar el casi inexplicable acercamiento de Irán hacia los Estados Unidos que nunca se equivocan. Logra que Hasan Rohuanni, presidente persa, se permita la osadía de ofrecerle a los americanos actuar en cooperación para combatir el avance sunnita del EIIL. Estado Islámico de Irak y del Levante.

El EIIL

El EIIL es una franja que se desprendió de la sumatoria superada de franquicias que componen la decadencia de Al Qaeda.
El error de entregar Irak a IránEjecutado Osama Bin Laden en un suburbio de Pakistán, la organización persistió, en adelante, sin atisbos de liderazgo. Al comando de Al Qaeda quedó el médico egipcio Ayman Al Zawahiri, un estratega que inicialmente conducía la Jihad Islámica y estuvo por Buenos Aires en 1981, y tal vez también en 1982, sin que la distraída inteligencia argentina haya registrado su paso.
Pero desde que las tropas de elite americanas asesinaron a Osama el médico egipcio tuvo demasiadas dificultades para mantener unidas a sus cuantiosas franquicias. Pretendía acotar a la lucha en el interior de Siria, contra el implacable Bashar Al Assad, El Oftalmólogo (cliquear) que optó por la resistencia y con fría indiferencia ante la contabilidad de muertos. A los efectos de no entregarse cobardemente como Ben Alí, en Túnez, o como Moubarak, en Egipto. Y para no terminar asesinado como Kaddafi, en Libia.
Sin embargo el doctor Ayman Al Zawahiri no pudo imponer al Frente Al Nusra, su franquicia en Siria. E intentó desautorizar a Abu Bakr al Bagdadi. Pero Zawahiri quedó reducido a los plácidos atributos de un socialdemócrata si se lo compara con Abu Bakr, el hombre fuerte del EIIL. Es quien proyecta crear un califato fundamentalista en la región. Exactamente en el norte, entre Siria e Irak, dos estados artificiales diseñados como consecuencia del pacto Sykes-Picot, de 1916. Entre los franceses e ingleses victoriosos de la gran guerra. Mark Sykes y Francois Georges-Picot se distribuyeron para Inglaterra y Francia los riquísimos restos del imperio otomano. Con una frivolidad que anticipaba las luchas que culturalmente preferían no entender.

Avance hacia Bagdad

El error de entregar Irak a IránLa cuestión que el EIIL, al mando de Abu Bakr al Bagdadi, avanza hacia Bagdad y deja en el camino un tendal de cadáveres. Se hizo del poder en la estratégica Mosul, capital de la norteña provincia de Nínive, segunda ciudad en importancia de Irak. La conmovedora sumisión a Alá no logra evitar el despojo voraz de 135 millones de dólares. Los aguardaban en las cajas blindadas de los bancos de Mosul. También se hicieron cargo de la doble simbología de Tikrit, en la provincia de Salah Din. En Tikrit transcurre el primer símbolo, más cercano, porque en Tikrit nació el conductor Sadam Hussein, inicialmente cortejado y armado por los occidentales con el dinero del reino de Arabia Saudita. Para convertirse en un tiranuelo regularmente cruel del partido BAAS que fue derrocado por error y humillantemente asesinado con una ejemplaridad universal. Como si fuera el Bin Laden que el propio Sadam combatía. Pero sobre todo interesa el segundo símbolo. Es Salah Din, la provincia que debe su nombre al castellanizado Saladino, máximo héroe del islamismo. El mítico vencedor de Las Cruzadas, Siglo XII (leer, a propósito, “Las Cruzadas vistas por los árabes”, del novelista libanés Amin Maaluf).

Final con drones

El ayatolá Ali Hussein Sistani, máxima autoridad islámica del chiismo de Irak, llama también al sacrificio de la jihad contra el insurgente sunnita, que no vacila en fusilar soldados de utilería, amontonados vivos en el interior de una fosa miserable. Un problema, ante todo, para tomar con prioritaria atención en Europa, sobre todo con una minoría de musulmanes con rigurosas dificultades de integración.
Mientras tanto Rohuanni, el presidente chiita del persa estado de Irán, le ofrece a Obama, su ex enemigo, la cooperación para encarar el mismo combate.
El error de entregar Irak a IránPero se presume que Obama no va a entrar en el juego. De ningún modo El Keniano va a comprometerse con otra aventurada invasión. Derivaría en un cuarto fracaso, para coleccionar. Aunque Obama probablemente considere la idea de enviarles drones. Son los aviones de ciencia ficción, piloteados a distancia desde el laboratorio de una ciudad pacífica. Los drones por suerte no necesitan siquiera del exterminio de un indocumentado. Procedente, por ejemplo, de Honduras, o de El Salvador, un héroe decidido a morir por la instalación próspera de su familia en Estados Unidos, para volver, acaso, en un ataúd envuelto en una bandera.
Osiris Alonso D’Amomio
para JorgeAsisDigital.com
Posted on 18:31 | Categories:

viernes, 13 de junio de 2014

EN DERECHO PENAL PAGAN LOS MUERTOS

Moneta sirve más enfermo que sano a la Banda de Los Descuidistas



escribe Oberdán Rocamora
especial para JorgeAsísDigital

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“El que se muere pierde”
     J.A.
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              “Con frecuencia, en Derecho Penal suelen pagar los muertos” confirma la Garganta.
               Después del clavado procesamiento de Amado Boudou, El Descuidista, con superior prepotencia emergen las caudalosas fojas de Lázaro, El Resucitado.
               A la larga, culpas, como las responsabilidades, van a descargarse en la memoria del muerto principal. El más importante. Néstor, El Furia.

               Significa resaltar que La Doctora tiene razones de sobra para espantarse. Y encargar la causa perdida de defender a Boudou, representación de su primer -y peor- error de viuda.
               Cada vez que habla, El Descuidista se desliza por el tobogán de la credibilidad. Parece, incluso, procesarse solo.
               La Doctora sabe que Lázaro, según nuestras fuentes, está mal. A punto de quebrarse también moralmente. Le llegan mensajes. Algún hijo, acaso la hija, tiene registrado todo. Absolutamente todos los secretos y los lugares..
               El Resucitado está convencido que vienen por él. Desde Comodoro Py y desde la celeste y blanca Suiza. Teme por la suerte de un hijo demasiado involucrado.
               El tema transversal de los hijos instala un escenario de tormento. Por los dedos pegados que signan la inexperiencia. Por el manto de impunidad que paulatinamente se desvanece.
               Tal vez también se encuentra irresponsablemente comprometido Máximo, En El Nombre del Hijo. No lo cuidaron. Lo rifaron. Le proporcionaron poderes desmesurados y protecciones insuficientes.
                La alternativa consiste en transferirle las responsabilidades al que no está. Atributos de la ausencia. El que se fue debe liberar de culpas
a los que persisten en la tierra de la vida.
 
                   La peste de transparencia
               

                “Habrá que monetear al Muerto”, confirma la Garganta.
                Como neologismo, “monetear” deriva de Raúl Moneta, El Rulo. Empresario vigoroso y banquero deteriorado que hoy se encuentra físicamente fuera de juego. Recluido en su departamento. Imposibilitado para testimoniar. De hacerse cargo siquiera de su sombra.
                Con rasgos de inusual nobleza, para salvar a un amigo, al que le debe en cierto modo la sobrevida financiera, antes de caer Moneta le puso el pecho, según nuestras fuentes, al desastre de Ciccone. Aunque no hubiera puesto una moneda de los cincuenta millones que puso un amigo equivocado. Debía arrojarle una soga a Jorge Brito, quien, en su vida colmada de aciertos oportunos, tuvo lugar también para la trascendencia del  error. El que compartía, en el fondo, con La Doctora. Consistía en apostar por el destino manifiesto de Boudou. Sin imaginar, ninguno de los dos, ni La Doctora ni JB, que el encantador muchacho de la motocicleta y la guitarra era apenas un Descuidista. 
                  Ahora que los códigos estallaron se asiste al espectáculo frívolo de encontrar culpables.
                  Ahora que los pactos flotan en el aire. Precisamente cuando asoma el momento difuso de la salvación individual.
                  Cada uno debe custodiar los secretos ocultos de su propio ano.
                  Trasciende que los jueces federales más creíbles, y determinados fiscales, se pusieron de acuerdo. ¿Ya lo sabe De Vido, el Ex Superministro?.
                  Asoma en el horizonte, sin estupor ni perplejidad, un festival de procesamientos.
                  Como si se estuviera en las vísperas de concretarse la interpretación informativa del Portal. Indica, para algarabía de Francisco, que en la Argentina se viene nomás la epidemia de transparencia. La peste de moralidad. Bacilos de decencia que van a instalar la idea insólita. “Ser honesto garpa”. La honestidad deja de ser un mérito para giles.
                  A este paso, va a suplicarse por un poco de corrupción. Por migajas de trampas. Para construir, al menos, una sociedad entretenida.

                                    

               La novela de Moneta

                A La Banda de los Descuidistas, Moneta les fue de mayor utilidad enfermo que sano.
                Cuando estaba pleno y sano, era un católico convencido que vivía admirablemente al borde. Capitalizado por protecciones místicas, deparadas por la fe.
                Una existencia comercial entre altibajos emotivos. Ascensos fulgurantes y caídas dramáticas. Con juicios rutinarios. En permanente estado de sospecha.
                Hoy, en su piadoso retiro de enfermo, Moneta fue transformado en una suerte de cinturón ecológico. Una versión del Ceamse espiritual.
                Para salvarse, los Descuidistas le arrojan los residuos de la catástrofe comercial. 
                Si Moneta estuviera consciente, lo ideal sería penetrar en su pensamiento. Para componer la gran novela. El desafío de tratar los últimos 30 años de la historia argentina desde el punto de vista de su epopeya. La relación con los gobiernos y con sus caballos danzarines. Como los personajes de Pirandello, la memoria de Moneta reclama, a los gritos, por un autor.
                La última vez que el Portal lo trató a Moneta fue por aquel viaje desopilante hacia Roma. En avión privado. Cuando el secreto narrador Matías Garfunkel, El Depilado, en cerrada connivencia con La Doctora y El Furia, recurría a la experiencia de Moneta, entonces su socio en varias radios, para quedarse con las míticas acciones de Telecom.
                La experiencia del viaje fue para producir un film neo realista. Acompañados por Frank Holder, Corcho Rodríguez. Un despliegue argumental matizado con situaciones alucinantes, avales comerciales inconsistentes y encendidas noches romanas (de las que Moneta, según nuestras fuentes, católicamente prescindía).
               La historia contenía el marco complementario de La Guerra de los Convalecientes. La libraban dos enfermos poderosos. Kirchner contra Héctor Magnetto, El Beto. El gran enemigo común que El Furia ahora compartía con Moneta.                 
                Antes que El Furia, Moneta fue el único suicida que le ofreció años de resistencia a Magnetto. A Clarín. Supo sobrevivirlo, hasta desde la clandestinidad.

                “Todo aquel que decidiera enfrentarse con Moneta tenía que estar dispuesto a todo” confirma otra Garganta.
                Como amigo, Moneta era reconocidamente frontal y leal. Como enemigo era de lo peor. (Curioso es escribir en tiempo pretérito. Casi injusto decir “era”).
                Aún hoy perduran los enemigos, anteriormente amigos, que creen que Moneta los mandó –digamos- apretar. O asustar.
                Sucede que los enemigos implacables son siempre aquellos que fueron, en algún momento, amigos. O socios. Y Moneta supo pleitear con varios ex socios. Hasta abreviarse.

                
             Magnetto, el enemigo íntimo  

                Moneta persiguió detalladamente el proceso de la severa enfermedad de Magnetto. Otro que debe contar con poderes especiales. Naturalmente, Magnetto supo desprenderse de sus enemigos.
                Cuando Magnetto amenazaba con partir, Moneta lo tenía, según nuestras fuentes, penetrado. Mostraba a sus visitantes copias de los análisis clínicos. Conocía hasta la medición exacta del hematocrito de Magnetto. De su vida agonizante en Estados Unidos. Faltaba apenas el desencadenante cese final.
                En el principio, Moneta era impresentable para el kirchnerismo. El Furia no lo quería tener cerca. Pero mantenía, según nuestras fuentes, una excelente relación, a través de cierto intermediario, entonces de presencia constante, como Rudy Ulloa. Otros aluden, en cambio, también a Cristóbal. Cuentan que por intermedio de Rudy le envió a El Furia un memorandum confidencial. Junio de 2003. Le expresaba que, si de verdad quería gobernar, imponer sus criterios, ser un estadista, debía avanzar invariablemente sobre Clarín.
                  “Se tendrá que aguantar cincuenta o sesenta tapas desagradables, pero no tienen más que eso”.

                  El Furia decidió no hacerle caso al consejo de Moneta. En su pragmatismo ejemplar prefirió acordar con Magnetto. Tiempos líricos de Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Etapa sustantiva para la consolidación del poder personal.
                  Entonces Moneta volvió al combate desigual. Con sus medios marginales. Con el despliegue de radiografías, de tomografías, cuando era Magnetto el que estaba fuera de juego, en alguna clínica de Chicago.
                  A esta altura de la crónica debiera aceptarse que Magnetto venció en la Guerra de Convalecientes. Pudo testimoniar sobre la partida final de El Furia, su desafiante, octubre de 2010.
                  Del mismo modo Magnetto puede testimoniar hoy sobre el epílogo lento de Moneta, el enemigo íntimo. Ambos tienen la misma edad, exactamente son Monos de Madera, de 1944.  Dos monos de 70 años que hicieron recíprocamente lo imposible por masacrarse.
                  Este mano a mano con Moneta también Magnetto parece ganarlo. Como se lo ganó a Kirchner.
                  “El que se muere pierde”. Sentencia de nuestro director.  
                   En la Argentina, además, aquel que muere, como Kirchner, o el que está fuera de juego, como Moneta, debe salvar a los amigos acosados por el Derecho Penal.  
                           
                                                     Oberdán Rocamora


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