La Doctora descalifica a El Furia mientras lo homenajea
escribe Bernardo Maldonado-Kohen
especial para JorgeAsísDigital
Los paraguas del hartazgo
Vaya un reconocimiento hacia los fiscales. Cumplieron con el tributo ético a Alberto Nisman, el colega muerto. Y soportaron los agravios desesperados como las tergiversaciones más insólitas. Con una entereza para rescatar.
Vaya también un reconocimiento para Julio Piumato. Por la eficiente capacidad de organización de los empleados judiciales. Facilitó el despliegue de la sociedad conmovida.
Los fiscales llegaron “hasta aquí”. El éxito de la convocatoria les marca, asimismo, la línea de llegada. Para volver empapados hacia sus despachos con la satisfacción del deber cumplido. Con la certeza de haber brindado un ejemplo. Permitieron la emoción saludable de la sociedad blanca y sensible que paga por sus impuestos y espera, surcada por el hartazgo. Un agotamiento que no encuentra, aún, la respectiva canalización política. Un ítem que, en todo caso, excede a los fiscales.
La Marcha del Silencio se agota en la impresionante realización. Con una intensidad que, por una razón física –como sostenía Edgar Poe, es necesariamente breve.
En adelante, es el turno de los políticos. Los que se lucieron, paradójicamente, con el recogimiento aconsejable del perfil bajo. Con el mérito de pasar inadvertidos entre la gente que homenajeaba a Nisman, mientras reclamaba contra la impunidad.
Desde Massa a Macri. O desde Cobos o Binner a la señora Carrió. Son los exclusivos responsables de trasladar, hacia la esfera electoral, el hastío de la sociedad que oposita, y que clama por encontrar al opositor que la represente.
Son conscientes que deben recibir, como herencia, los riesgos de una sociedad hastiada. Pero con sus simultáneos beneficios. Se trata de una sociedad necesitada de creer en alguien. En algo. Para ser, de una vez por todas, gobernada. Pero no conducida. No es ningún rebaño.
Es una sociedad de decepción rápida se encuentra siempre capacitada para tolerar otra frustración.
La Doctora pierde la iniciativa
En adelante, es el turno de los políticos. Los que se lucieron, paradójicamente, con el recogimiento aconsejable del perfil bajo. Con el mérito de pasar inadvertidos entre la gente que homenajeaba a Nisman, mientras reclamaba contra la impunidad.
Desde Massa a Macri. O desde Cobos o Binner a la señora Carrió. Son los exclusivos responsables de trasladar, hacia la esfera electoral, el hastío de la sociedad que oposita, y que clama por encontrar al opositor que la represente.
Son conscientes que deben recibir, como herencia, los riesgos de una sociedad hastiada. Pero con sus simultáneos beneficios. Se trata de una sociedad necesitada de creer en alguien. En algo. Para ser, de una vez por todas, gobernada. Pero no conducida. No es ningún rebaño.
Es una sociedad de decepción rápida se encuentra siempre capacitada para tolerar otra frustración.
La Doctora pierde la iniciativa
Después de la catarsis, todo va a seguir ilusoriamente igual. Con el país estructuralmente dividido e irreconciliable. Con el cristinismo que resiste los embates de la realidad, apostado entre los medios de comunicación. Y con la estoica mayoría que se radicaliza en el Legislativo. Que ayuda para proporcionarle fachada legal a cualquier verdura. Como a la nueva ley de inteligencia.
Son los diputados los que ayudan a La Doctora a recuperar la iniciativa. Es el sentido de impactar, mientras aún no se cerraron los paraguas, con la convocatoria al Fiscal Pollicita. Para que presente los osados fundamentos de la imputación a La Doctora. Ante los diputados del Frente para la Victoria. Lo aguardan a Pollicita, en apariencia, sin los “tapones de punta”. Ocurre que La Doctora perdió el control de la calle. Pero perdió también la iniciativa, como la credibilidad. Entre las vacilaciones que se instalan en los altibajos de su agenda. Desde la muerte de Nisman circula detrás de los acontecimientos. Se va con la misma incertidumbre con que vuelve. Sea a El Calafate -Ciudad Kohinoor-, o a Chapadmalal.
La insoportable perentoriedad de la Marcha del Silencio la desequilibró hasta caer el exceso de reinaugurar lo doblemente inaugurado. La planta de Atucha sirve para tratar el cambio geopolítico que impulsa, en el ocaso del ciclo paranoico.
La Doctora se atreve a homenajear con sus palabras a aquel que descalifica con sus acciones. El marido extinto, El Furia.
La insoportable perentoriedad de la Marcha del Silencio la desequilibró hasta caer el exceso de reinaugurar lo doblemente inaugurado. La planta de Atucha sirve para tratar el cambio geopolítico que impulsa, en el ocaso del ciclo paranoico.
La Doctora se atreve a homenajear con sus palabras a aquel que descalifica con sus acciones. El marido extinto, El Furia.
De blanco, “almidonada y compuesta”, muestra el libro publicitario. Con una página dedicada al general Perón (a quien recurre en los momentos de retroceso) y luego con otra página. De Kirchner. El. Lo llena de adjetivos mientras, sin piedad, lo masacra con acciones.
Para entender el fenómeno de la descalificación sirve como marco el crimen de Nisman.
Una de dos, La Doctora nos miente ahora, o El Furia nos mentía hace ocho años. Cuando Kirchner utilizaba sus minutos sustanciales en el plenario de las Naciones Unidas, para degradar a Irán. A los efectos de seducir a los Estados Unidos que necesitaban aquel discurso. El pobre suponía que, con semejante petulancia, podía aferrarse al Occidente que razonablemente le desconfiaba.
O aquel Kirchner era un nabo que nos convertía en meros instrumentos satelitales de Estados Unidos e Israel -inspirado en las fundamentaciones que le acercaba la dupla Nisman-Stiusso-, o La Doctora es una irresponsable que, en el final del mandato, en la etapa lazarista, decide atarse al carromato persa de la utopía antioccidental. A través de un entendimiento bastante insuficiente con Rusia o con China (potencias que tienen un discurso más racional y claro) y con la obstinada alianza con Venezuela. Una patología que la ata, estratégicamente, a Irán. Enfrascada en una tesitura que de ningún modo se simula con las palabras enaltecedoras hacia su marido muerto. Uno de los dos está históricamente equivocado. Y deja al país en off side. Fuera de juego.
Juntos, El Furia y La Doctora plantaron a la Argentina en el desconcierto. En una contradicción que pasa, en el fondo, con soda y sin inconvenientes. Porque, salvo Carrió, en el plano local ninguno de los presidenciables parece brindarle la menor magnitud a la circunstancia internacional. Pese a disponer de preparados asesores en la materia.
La Banca
Aunque parezca mentira, el portal admira, en el cristinismo, la audacia.
Sin la menor credibilidad externa. Defaulteados y desacatados. Sin contemplar la menor estrategia de acuerdo o conciliación. Y mientras se devora las reservas del Banco Central raquitizado, La Doctora –máxima representación institucional de la Argentina- provoca. Grita que “con esta presidenta el país nunca más va a ser punto”.
En adelante, con La Doctora en su ocaso, la Argentina está para ser “banca”.
Y es aplaudida y celebrada por los violadores de sexo fláccido. Por los internados en terapia intensiva que se sienten en condiciones de desafíar al Pentágono entero.
¿Cómo no admirar semejante caradurismo?
La Doctora se distancia de Estados Unidos justamente a través de la delicada cuestión de la energía nuclear. El as de denuncia que Nisman mantenía oculto, acaso, en la manga. Ampliaremos.
Lástima que la toma de distancia con los Estados Unidos sea apenas preventiva. Resulta de utilidad para justificar previamente el escandaloso fracaso de la delirante conducción.
La Doctora mantiene el estilo envolvente para envolver, incluso, el propio fracaso de la (falta de) gestión que sólo se sostiene con el fantasma de las conspiraciones.
Con los desestabilizadores feroces que no vacilan en abrir los paraguas del hastío, y marchar en silencio.
En adelante, con La Doctora en su ocaso, la Argentina está para ser “banca”.
Y es aplaudida y celebrada por los violadores de sexo fláccido. Por los internados en terapia intensiva que se sienten en condiciones de desafíar al Pentágono entero.
¿Cómo no admirar semejante caradurismo?
La Doctora se distancia de Estados Unidos justamente a través de la delicada cuestión de la energía nuclear. El as de denuncia que Nisman mantenía oculto, acaso, en la manga. Ampliaremos.
Lástima que la toma de distancia con los Estados Unidos sea apenas preventiva. Resulta de utilidad para justificar previamente el escandaloso fracaso de la delirante conducción.
La Doctora mantiene el estilo envolvente para envolver, incluso, el propio fracaso de la (falta de) gestión que sólo se sostiene con el fantasma de las conspiraciones.
Con los desestabilizadores feroces que no vacilan en abrir los paraguas del hastío, y marchar en silencio.
Con el cambio geopolítico, La Doctora descalifica al marido mientras lo homenajea.
Cambia también el enfoque, y cambian las hipótesis para tratar el atentado a la Amia que nos acompaña hasta la posteridad. Cambios que se registraron a través de la diplomacia amateur (Timerman). Y la diplomacia marginal, compuesta por los personajes entrañables escapados de una novela de Roberto Arlt.
Son los ítems que el infortunado fiscal Nisman les lega al fiscal Pollicita. Para que los trate el juez Rafecas. Entre los aprietes memorables del cristinismo envolvente, que banca su descalabro y se desestabiliza en soledad..
Cambia también el enfoque, y cambian las hipótesis para tratar el atentado a la Amia que nos acompaña hasta la posteridad. Cambios que se registraron a través de la diplomacia amateur (Timerman). Y la diplomacia marginal, compuesta por los personajes entrañables escapados de una novela de Roberto Arlt.
Son los ítems que el infortunado fiscal Nisman les lega al fiscal Pollicita. Para que los trate el juez Rafecas. Entre los aprietes memorables del cristinismo envolvente, que banca su descalabro y se desestabiliza en soledad..
Bernardo Maldonado-Kohen





sobre informe de
Son votos peronistas que buscan refugio en Sergio, quien paradójicamente busca des-peronizarse. Enfrascado en la
“Y ese candidato no va a ser Scioli”, se asegura.
Por su parte, también con destino de algarrobo, Daniel acata su destino de esmerilado. Le fue, hasta aquí, demasiado bien. Y supone que aún puede ser el preferido de los sepultureros del peronismo, los que aguardan órdenes de La Doctora. Pero ella, sin desviaciones, los arrastra hacia la ciénaga.
En medio del desbarajuste, cotidianamente operado, a Massa le cuesta construir su identidad. Encontrar el espacio de pertenencia, entre Scioli (oficialismo a su pesar) y Macri, que acapara la estampita del opositor preferido.
Es una sociedad condenada a convivir con su triste declinación. Y que no podrá siquiera alucinar con algún impulso de cambio, en el país exangüe, por los carriles normales, hasta marzo de 2016. O abril, si se cuenta con la suerte del otoño.
escribe Oberdán Rocamora
Suicidio u homicidio, debe aprender a resignarse. El muerto históricamente le pertenece.
Bastaba con la rudeza precaria de cualquier pesado barato. Con la instrumentación de algún lumpen del suburbio. De los tantos que suelen captarse para conformar las bandas. Y que El Ruso, según nuestras fuentes -con la colaboración informativa de El Ingeniero- pretendía investigar. Y denunciar.
Los alucinados que creen que Sandra es operadora del gobierno se basan en alguna rara certeza. Cuando comenzó la
Con seguridad, le costará ocultar, las pruebas de la referencia, a Arroyo Salgado. A quien estaba ausente cuando ocurrió “el dudoso” deceso de Alberto. Cuando existieron tantas horas libres en la torre liberada de Le Parc. Como para ensayar el grotesco Festival de la Irregularidad. Con custodios desorientados, que ni se comunicaron al 911. Y que iban y venían con doña Sara, la madre, que retiró efectos. Ampliaremos.
escribe Oberdán Rocamora
En Argentina, en cambio, Néstor Kirchner, El Furia, pasó de la armónica colaboración con “la prensa concentrada”, a la confrontación despiadada (leer
Sin embargo Kirchner (hoy homenajeado pero superado) conocía lo suficiente el poder como para no ir nunca, a una reelección, sin garantía de continuidad. La muerte (irresponsable) permitió justificar la validez de su teoría.
Así incluso Nisman, con todo su derecho, se haya suicidado, como enérgicamente los cancerberos del oficialismo se obstinan en demostrar, deben cargar para siempre con el muerto.
Son puntos que fueron a parar, en este orden, a la paciente modernidad de Macri, a la saludable indefinición de Massa, y en menor medida a De la Sota y Cobos o Binner.
escribe Bernardo Maldonado-Kohen
“Quien quiera oír que oiga”. Quien quiera saberlo que lo sepa. Para Israel no existió ningún suicidio. Ni con la pedantería teórica de la inducción.
Esta manera berreta de entender el instrumento transformador (la política) empantanó la investigación compleja del atentado a la Amia. Derivó en una causa casi inadmisible, que sirve, de todos modos, para historiar los últimos veinte años.
Un conflicto de poder entre empleados del estado que se desenvuelven como espías. Profesionales de inteligencia. Es la
Se oscurece el límite impreciso entre la información y la operación. Cualquier comunicador, en su afán investigativo, puede ser parte, sin saberlo, de alguna operación. Ante la divulgación de teorías temerarias, que se comparten por lo bajo, corresponde dudar. ¿Publicamos o no? Ampliaremos.
escribe Carolina Mantegari
Juega sola, ante la oposición de bajas calorías, en estado caniche. Ladra por televisión, pero reluce por lo inofensiva. Por la tendencia a aguardar su recuperación.
O podía haber pulverizado la SIDE en 2007. Cuando La Doctora irrumpió junto a Alberto Fernández, El Poeta Impopular. Juntitos, La Doctora y el Poeta Impopular entonces seducían con el verso extinguido de la “superior calidad institucional”.
Hoy se banaliza, en la Argentina, hasta la literaria profesión de espía. Y hace desaparecer, en adelante, la mera noción del secreto.
Nadie debiera salpicar a su Santidad. Aunque, a esta altura, Francisco es casi el único que puede ayudarla. Para llegar. Y hasta para cargarse al Ingeniero.